El escondite * Un cuento de Raúl Cordero
EL ESCONDITE
– ¿Quieres jugar al escondite?- Le dijo.
“Bien” pensó. Algunas noches su madre se compadecía de él y después de sus muchas súplicas para no acostarse temprano, ella le venía a buscar a la cama y jugaban un rato al escondite. Justo a la hora en que papá llegaba de trabajar y así los dos, su padre y su madre, le buscaban durante un rato.
– ¡Si, mama! Claro que quiero. – Contestó a la vez que se levantaba rápidamente de la cama.
Oyó la puerta de su casa abrirse.
Era su padre que llegaba de trabajar.
– Pues corre –dijo su madre–. Escóndete antes de que te vea papá, para que podamos buscarte entre los dos.
El corrió a esconderse al sitio donde nunca le encontraban: el fondo del armario del cuarto de invitados; era la habitación donde solían quedarse sus abuelos a dormir cada vez que venían del pueblo. El armario de esa habitación, excepto cuando sus abuelos estaban de visita, lo utilizaba su madre para guardar la ropa de planchar. Allí, escondido, oyó el ruido de los muebles moviéndose. Sus padres estarían buscándole donde menos imaginaran que estaba escondido.
De repente escuchó el ruido de un plato roto. “Vaya” pensó “buena se va a poner mi madre”. Escuchó también ruido de carreras. Se rio pensando en que, por mucho que corrieran, no le encontrarían. Nunca le encontraban. Escuchó a su padre gritar su nombre; él no saldría. Era una trampa para que descubriera su escondite.
Al rato escuchó el ruido de la puerta de su casa. Esperó unos minutos más y salió del armario.
Encontró a su madre tendida en el suelo.
Sangrando.
Tenía la mejilla roja y un ojo amoratado.
– ¡Mama! – Gritó corriendo hacia ella.
Su madre se levantó apoyándose en la pared.
– Tranquilo, cariño –dijo medio sollozando –. Me he caído. No pasa nada. Venga, vamos a acostarte.
– ¿Y papá?
– Ha tenido que irse. Más tarde volverá.
Los dos, madre e hijo, se dirigieron por el pasillo hacia la habitación del pequeño.
– Deberías tener más cuidado, mama –dijo el niño dándole la mano –. Siempre que jugamos al escondite por la noche al venir papá de trabajar, terminas cayéndote y haciéndote daño.
(Imagen extraída del video Prison Sex - Tool)
– ¿Quieres jugar al escondite?- Le dijo.
“Bien” pensó. Algunas noches su madre se compadecía de él y después de sus muchas súplicas para no acostarse temprano, ella le venía a buscar a la cama y jugaban un rato al escondite. Justo a la hora en que papá llegaba de trabajar y así los dos, su padre y su madre, le buscaban durante un rato.
– ¡Si, mama! Claro que quiero. – Contestó a la vez que se levantaba rápidamente de la cama.
Oyó la puerta de su casa abrirse.
Era su padre que llegaba de trabajar.
– Pues corre –dijo su madre–. Escóndete antes de que te vea papá, para que podamos buscarte entre los dos.
El corrió a esconderse al sitio donde nunca le encontraban: el fondo del armario del cuarto de invitados; era la habitación donde solían quedarse sus abuelos a dormir cada vez que venían del pueblo. El armario de esa habitación, excepto cuando sus abuelos estaban de visita, lo utilizaba su madre para guardar la ropa de planchar. Allí, escondido, oyó el ruido de los muebles moviéndose. Sus padres estarían buscándole donde menos imaginaran que estaba escondido.
De repente escuchó el ruido de un plato roto. “Vaya” pensó “buena se va a poner mi madre”. Escuchó también ruido de carreras. Se rio pensando en que, por mucho que corrieran, no le encontrarían. Nunca le encontraban. Escuchó a su padre gritar su nombre; él no saldría. Era una trampa para que descubriera su escondite.
Al rato escuchó el ruido de la puerta de su casa. Esperó unos minutos más y salió del armario.
Encontró a su madre tendida en el suelo.
Sangrando.
Tenía la mejilla roja y un ojo amoratado.
– ¡Mama! – Gritó corriendo hacia ella.
Su madre se levantó apoyándose en la pared.
– Tranquilo, cariño –dijo medio sollozando –. Me he caído. No pasa nada. Venga, vamos a acostarte.
– ¿Y papá?
– Ha tenido que irse. Más tarde volverá.
Los dos, madre e hijo, se dirigieron por el pasillo hacia la habitación del pequeño.
– Deberías tener más cuidado, mama –dijo el niño dándole la mano –. Siempre que jugamos al escondite por la noche al venir papá de trabajar, terminas cayéndote y haciéndote daño.
(Imagen extraída del video Prison Sex - Tool)
cortito y directo a la patata...
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