Diario de un Asesino * Un relato de Sergio Salvador Campos
Si buscás en internet "diario de un asesino" (en el idioma que sea) te van a salir miles (literalmente) de entradas de blog, revistas, libros, relatos y otras yerbas que te pueden llevar a distintos escritos en el cual diferentes escritores hacen las veces de un asesino con pluma... Es un cliché, la verdad, es como otro poema de "amor y espinas con rosa"... Incluso muchos de estos escritores hablan de un "experimento" en el cual intentan de modo simbiótico mimetizarse con un asesino... Qué va... es todo gilada... La descripción suele ser más o menos así "Cincuenta son los días en los que está dividida la ficción, en la que el personaje, un enfermo mental que se imagina a sí mismo como el único salvador de una raza humana en declive, plasma su visión de la sociedad..." y bla bla bla... La cobardía de resguardarse en un enfermo mental... ¿Y tu vecino que se ha comprado en BluRay todas las temporadas de Dexter? ¿Cuál es el límite de alguien que, de pronto, una tarde, decide hacer algo que nunca hizo... Sembrar tomates, montar un sistema de riego con energía eólica... Asesinar a alguien...?
Ahora, si buceás un poco mejor en la red, vas a llegar a encontrarte, por ejemplo, con varios confesionarios escritos que diferentes asesinos han realizado antes de ser ejecutados... Libros como "El niño era un asesino" de Caryl Chessman, es un relato autobiográfico donde cuenta sus crímenes y los enraíza en sus condiciones sociales y en la educación recibida, plagada de abusos y malos tratos... Intentó recurrir su Sentencia de Muerte pero no tuvo suerte... fue ejecutado en 1960... Sí, no hace tanto...
Basta de palabras... como les dije, Sergio Salvador Campos, con su estilo tan contundente, ha escrito un relato que les presentamos en dos partes... Para generar intriga, ¿sabés? Y un poco para que te detengas a pensar, cuando oigas ruidos apagados en la casa de al lado, qué estará haciendo tu vecino...
El relato lo vamos a publicar en dos partes, no por la extensión, si no para jugar un poco a seguir los pasos de un tipo que, aunque diga que no, se la ha ido la cabeza...
Pd: si se ponen a buscar "profundamente" en la red, encontrarán sitios donde diferentes perfiles sociopáticos se ponen a recomendarse diferentes maneras de actuar en caso de tener que hacer desaparecer cuerpos y tantas cosas oscuras que son, al menos, de cuidado... A veces le damos mucho poder a este medio, y nos metemos en barrios y callejones oscuros... Sean prudentes!
Sebas
20/02/2016
Querido Diario:
Parece que han pasado cientos de años desde la última vez que escribí algo así, "Querido Diario", entonces era joven, apenas un chiquillo y utilizaba el Diario que me regalaron por mi Comunión, que nunca había empezado, para desahogarme y contar mis cosas con el mundo. Imagino que por entonces tendría unos 11 o 12 años... y sin embargo, treinta años después, me decido a dejar constancia de una cosa y no puedo evitar empezar con el infantil "Querido Diario".
Imagino que antes de nada debería presentarme, quizás debiera usar algún seudónimo, un nombre en clave, teniendo en cuenta la naturaleza de lo que voy a contar, sin duda sería lo más inteligente. Pero he decidido ser completamente sincero, abrir mi mente y mi corazón a estas páginas y contar lo que verdaderamente pasa por mi mente y estoy dispuesto a hacer.
Quiero dejar claro que lo que voy a hacer no se debe a ninguna enfermedad mental ya que estoy en pleno uso de mis facultades físicas y mentales. No estoy deprimido. Nadie me ha puteado, al menos no más que a cualquier otra persona del mundo, vaya. Mi mujer no me ha abandonado por mi mejor amigo y me ha dejado sin blanca quedándose con mi casa, mi coche y mis hijos. Nunca fui maltratado de pequeño, ni por mis padres ni por los compañeros de escuela. No tengo rabia contenida en mi interior a punto de estallar. No me han despedido de mala manera. Mi equipo de fútbol va bien y la vida en general me sonríe abiertamente.
A ver, para dejarlo meridianamente claro: Soy un tío feliz. Felizmente casado, con dos hijos y dos perros adorables. Mi vida sexual, sin ser la repanocha, es satisfactoria en calidad y cantidad (no podrán decir de mí que soy un "malfollao"). Gano bastante dinero en mi trabajo y dispongo de mucho tiempo libre. Me gusta leer, ver series y películas en la tele, tomarme una birra con los amigos. Joder, en resumen: soy un tío normal. Soy el paradigma de la normalidad y la salud mental.
Simplemente he decidido hacer algo malo. Porque sí. Por curiosidad.
Me llamo Sergio Gutiérrez Lamela y voy a matar a alguien inocente.
Querido Diario:
Ha pasado casi un mes y no he podido hablarte de mis planes. A veces, y a pesar de tener tiempo libre, la vida se encarga de retrasar cosas importantes poniéndote otras cosas urgentes en medio. Este mes nos hemos reunido varias veces con los amigos para ayudar en una mudanza, para celebraciones de cumpleaños de los críos, para ir a visitar a un amigo con problemas económicos al que hemos decidido echarle una mano entre todos... en fin... cosas...
Pero no creas que me olvido de lo que te conté. Sí, en este tiempo mi intención no ha variado ni un ápice. Voy a matar a alguien. Me doy cuenta de que puse "voy a matar a un inocente" cuando en realidad quise decir que iba a matar a un desconocido. Y los desconocidos pueden ser inocentes o no. A lo mejor matándolo, o matándola, que aún no he elegido el género y luego hablaremos de ello, hago feliz a alguien. Hago un favor a la humanidad. No es lo mismo eliminar a una buena persona que a un hijoputa sin escrúpulos. En eso estaremos de acuerdo, ¿no? Lo único que tengo claro es que mataré a alguien que no conozca de nada. El motivo es sencillo, será más difícil que la policía me encuentre si no tengo ninguna relación con la víctima. En realidad no creo que la policía me pille, pero para eso voy a tomar todas las precauciones posibles. No quiero acabar en la cárcel y teniendo que explicarle a mi familia por qué hice lo que hice cuando no tenía motivos para hacerlo. Y tampoco quiero que el estigma caiga sobre la gente que quiero.
Entonces, primera premisa: Que sea alguien que no conozca de nada.
He estado dándole muchas vueltas al cómo hacerlo y a quién hacérselo. Por un lado tengo que tener en cuenta mis limitaciones físicas y el asunto logístico... No soy un hombre corpulento ni especialmente fuerte, por lo que debo tener en cuenta que no es buena idea dejar sin sentido a una persona con la que luego no podría cargar. Podría intentar llevármela con engaños, pero aunque soy buen vendedor, creo que el riesgo es demasiado alto. He descartado matar a un niño, porque sí. A pesar de que lo que pienso hacer será una monstruosidad sea quien sea la víctima, no me veo capaz de matar a un crío indefenso y aún más inocente que cualquier otra víctima. Además, en la práctica es mala idea porque cuando los desaparecidos son infantes, la gente pone más hincapié en su búsqueda, y presiona más a la policía. Al final creo que mi víctima será una mujer o un hombre pequeño, lo primero que aparezca. Odiaría que tacharan mi crimen de machista, la verdad. No tengo absolutamente nada en contra de las mujeres, pero, como en el caso del niño, debo tener en cuenta las connotaciones prácticas, y si consideran la posibilidad de la agresión machista es posible que las investigaciones vayan en la dirección buena para mí, es decir, buscando a su novio, amante, marido o ex despechado. Y eso es un punto a mi favor. Decidido:
Segunda premisa: Que sea una chica joven (preferiblemente) o un hombre. Y que en ningún caso sean corpulentos o pesados.
Querido Diario:
Ha pasado un mes y sigo dándole vueltas a mi pequeño experimento, lo cierto es que ya lo he puesto
en marcha y no he parado de hacer gestiones para que todo salga bien. A mi mujer le he dicho que tengo mucho trabajo y que estoy yendo más lejos que nunca a trabajar, por lo que sólo estoy durmiendo en casa los fines de semana. Echo de menos llegar a casa y charlar con mis hijos antes de que se acuesten, o darles el beso de buenas noches. Y por supuesto echo en falta dormir con mi mujer, pero si quiero sacarme esto de la cabeza debo ser meticuloso y no cometer errores.
Después de tener claro el perfil de mi víctima, tuve que decidir cómo lo haría, como la mataría. Pensé en ser como el asesino de la novela de Stephen King que mataba con pequeños empujones: un empujoncito aquí y este ladrillo mata a un hombre, un empujoncito allá y un crío es atropellado por un autobús... pero si voy a matar a alguien quiero ser plenamente consciente de mi acto, sino apenas saciaría mi curiosidad, lo que podría convertirse en un deseo de repetir. Algo que no quiero que ocurra de ninguna manera. Pensé en matar con mis propias manos. Sin duda sería el método más interactivo, más real. Pero llegué a la conclusión de que asfixiar a alguien no debe ser tan sencillo como sale en las películas, y además, aunque usaré guantes, no quisiera dejar ningún tipo de señal de la que pudieran extraer el tamaño de mis manos, alguna huella dactilar en la piel o si soy diestro o zurdo. De este modo he llegado a la conclusión de que mataré con un cuchillo, que ya he comprado para la ocasión, uno de unos veinte centímetros con mango de madera, que clavaré directamente en el corazón. Espero que la víctima no sufra más de la cuenta. No soy un psicópata sanguinario.
He dudado mucho dónde hacer la tropelía. Hacerlo sobre la marcha en la calle o en un camino apartado queda descartado. Demasiadas variables que se escapan a mi control. Tenía casi decidido alquilar un trastero de esos que salen en los programas americanos. Pero cuanto más lo pensaba más dificultades le encontraba: ¿qué hago con las cámaras? ¿tendrá vigilante? ¿se podrá venir de noche? el caso es que no me terminaba de convencer, de nuevo había demasiadas variables fuera de mi control.
Visto lo visto, al final la solución se queda en casa. Nunca mejor dicho. Hace poco alquilamos una parcela a muy buen precio. Tiene tan buen precio porque necesita muchos arreglos, claro, y como la queremos principalmente para pasar el verano y algunos fines de semana, hemos ido haciéndole mejoras muy de tarde en tarde. La parcela, de 2600 metros, tiene dos casitas separadas entre sí por unos 15 metros, ambas son muy pequeñas y de dos plantas. Pero lo interesante aquí es que sólo hay vecinos colindando con la parte trasera de la parcela, y la distancia que hay entre lo que es mi vivienda de la vivienda del vecino es de cientos de metros, lo que me da algo de intimidad, aunque no preveo que mi víctima pueda gritar. Lo mejor es que la entrada a la parcela es por un sitio alejado de las miradas de los posibles curiosos, por no hablar de que es un sitio principalmente veraniego, lo que hace que en la actualidad esté prácticamente desierto. En una de las casas hay un dormitorio ya arreglado y preparado para mi mujer y para mí. Pero aún quedan dos habitaciones vacías que pueden servir perfectamente a mi propósito. De hecho, si algo nos ha enseñado Dexter es que es ideal plastificar cualquier rincón de la habitación para evitar que quede el menor rastro orgánico o inorgánico en la sala, y es mucho más sencillo plastificar una habitación si no tiene ningún mueble. Por cierto, que el rollo de plástico ya está allí, preparado para la ocasión. Lo compré en una tienda de bricolaje el mismo día que compré un impermeable de mi talla y de cuerpo completo para cubrir mis ropajes. Cualquier cuidado es poco para un asunto tan delicado. Es más, ambas cosas las compré en tiendas diferentes y siempre pagando en efectivo. Y lo más importante, en el mercado de segunda mano y haciendo siempre uso de nombre falso y pagando en efectivo, he comprado un horno crematorio a una antigua clínica veterinaria que había tenido que cerrar, y un cremulador para terminar de deshacer los restos de los huesos. Ambos aparatos son eléctricos, y para que no haya una alarma en la compañía eléctrica que acabara con mis huesos en la cárcel, he comprado un generador externo que funciona con gasoil, con un depósito de mil litros que ya he llenado y probado.
Por último, y en un exceso de celo, he pensado que voy a usar un coche de alquiler. Por motivos laborales de vez en cuando alquilo diferentes coches para los viajes más largos. Así que no resultará nada raro que alquile esta vez uno con un maletero algo más espacioso. Maletero que también prepararé con plásticos para evitar en la medida de lo posible que quede algún tipo de fibra.
En conclusión: Dispongo de vehículo, arma homicida, utensilios para la correcta protección del entorno, máquinas para hacer desparecer el cuerpo y el lugar para realizarlo.. Me falta la víctima y el momento.
Continuará mañana! (clik aquí para la segunda parte)
Ahora, si buceás un poco mejor en la red, vas a llegar a encontrarte, por ejemplo, con varios confesionarios escritos que diferentes asesinos han realizado antes de ser ejecutados... Libros como "El niño era un asesino" de Caryl Chessman, es un relato autobiográfico donde cuenta sus crímenes y los enraíza en sus condiciones sociales y en la educación recibida, plagada de abusos y malos tratos... Intentó recurrir su Sentencia de Muerte pero no tuvo suerte... fue ejecutado en 1960... Sí, no hace tanto...
Basta de palabras... como les dije, Sergio Salvador Campos, con su estilo tan contundente, ha escrito un relato que les presentamos en dos partes... Para generar intriga, ¿sabés? Y un poco para que te detengas a pensar, cuando oigas ruidos apagados en la casa de al lado, qué estará haciendo tu vecino...
El relato lo vamos a publicar en dos partes, no por la extensión, si no para jugar un poco a seguir los pasos de un tipo que, aunque diga que no, se la ha ido la cabeza...
Pd: si se ponen a buscar "profundamente" en la red, encontrarán sitios donde diferentes perfiles sociopáticos se ponen a recomendarse diferentes maneras de actuar en caso de tener que hacer desaparecer cuerpos y tantas cosas oscuras que son, al menos, de cuidado... A veces le damos mucho poder a este medio, y nos metemos en barrios y callejones oscuros... Sean prudentes!
Sebas
QUERIDO DIARIO, Capítulo 1
20/02/2016
Querido Diario:
Parece que han pasado cientos de años desde la última vez que escribí algo así, "Querido Diario", entonces era joven, apenas un chiquillo y utilizaba el Diario que me regalaron por mi Comunión, que nunca había empezado, para desahogarme y contar mis cosas con el mundo. Imagino que por entonces tendría unos 11 o 12 años... y sin embargo, treinta años después, me decido a dejar constancia de una cosa y no puedo evitar empezar con el infantil "Querido Diario".
Imagino que antes de nada debería presentarme, quizás debiera usar algún seudónimo, un nombre en clave, teniendo en cuenta la naturaleza de lo que voy a contar, sin duda sería lo más inteligente. Pero he decidido ser completamente sincero, abrir mi mente y mi corazón a estas páginas y contar lo que verdaderamente pasa por mi mente y estoy dispuesto a hacer.
Quiero dejar claro que lo que voy a hacer no se debe a ninguna enfermedad mental ya que estoy en pleno uso de mis facultades físicas y mentales. No estoy deprimido. Nadie me ha puteado, al menos no más que a cualquier otra persona del mundo, vaya. Mi mujer no me ha abandonado por mi mejor amigo y me ha dejado sin blanca quedándose con mi casa, mi coche y mis hijos. Nunca fui maltratado de pequeño, ni por mis padres ni por los compañeros de escuela. No tengo rabia contenida en mi interior a punto de estallar. No me han despedido de mala manera. Mi equipo de fútbol va bien y la vida en general me sonríe abiertamente.
A ver, para dejarlo meridianamente claro: Soy un tío feliz. Felizmente casado, con dos hijos y dos perros adorables. Mi vida sexual, sin ser la repanocha, es satisfactoria en calidad y cantidad (no podrán decir de mí que soy un "malfollao"). Gano bastante dinero en mi trabajo y dispongo de mucho tiempo libre. Me gusta leer, ver series y películas en la tele, tomarme una birra con los amigos. Joder, en resumen: soy un tío normal. Soy el paradigma de la normalidad y la salud mental.
Simplemente he decidido hacer algo malo. Porque sí. Por curiosidad.
Me llamo Sergio Gutiérrez Lamela y voy a matar a alguien inocente.
QUERIDO DIARIO, Capítulo 2.
18/03/2016Querido Diario:
Ha pasado casi un mes y no he podido hablarte de mis planes. A veces, y a pesar de tener tiempo libre, la vida se encarga de retrasar cosas importantes poniéndote otras cosas urgentes en medio. Este mes nos hemos reunido varias veces con los amigos para ayudar en una mudanza, para celebraciones de cumpleaños de los críos, para ir a visitar a un amigo con problemas económicos al que hemos decidido echarle una mano entre todos... en fin... cosas...
Pero no creas que me olvido de lo que te conté. Sí, en este tiempo mi intención no ha variado ni un ápice. Voy a matar a alguien. Me doy cuenta de que puse "voy a matar a un inocente" cuando en realidad quise decir que iba a matar a un desconocido. Y los desconocidos pueden ser inocentes o no. A lo mejor matándolo, o matándola, que aún no he elegido el género y luego hablaremos de ello, hago feliz a alguien. Hago un favor a la humanidad. No es lo mismo eliminar a una buena persona que a un hijoputa sin escrúpulos. En eso estaremos de acuerdo, ¿no? Lo único que tengo claro es que mataré a alguien que no conozca de nada. El motivo es sencillo, será más difícil que la policía me encuentre si no tengo ninguna relación con la víctima. En realidad no creo que la policía me pille, pero para eso voy a tomar todas las precauciones posibles. No quiero acabar en la cárcel y teniendo que explicarle a mi familia por qué hice lo que hice cuando no tenía motivos para hacerlo. Y tampoco quiero que el estigma caiga sobre la gente que quiero.
Entonces, primera premisa: Que sea alguien que no conozca de nada.
He estado dándole muchas vueltas al cómo hacerlo y a quién hacérselo. Por un lado tengo que tener en cuenta mis limitaciones físicas y el asunto logístico... No soy un hombre corpulento ni especialmente fuerte, por lo que debo tener en cuenta que no es buena idea dejar sin sentido a una persona con la que luego no podría cargar. Podría intentar llevármela con engaños, pero aunque soy buen vendedor, creo que el riesgo es demasiado alto. He descartado matar a un niño, porque sí. A pesar de que lo que pienso hacer será una monstruosidad sea quien sea la víctima, no me veo capaz de matar a un crío indefenso y aún más inocente que cualquier otra víctima. Además, en la práctica es mala idea porque cuando los desaparecidos son infantes, la gente pone más hincapié en su búsqueda, y presiona más a la policía. Al final creo que mi víctima será una mujer o un hombre pequeño, lo primero que aparezca. Odiaría que tacharan mi crimen de machista, la verdad. No tengo absolutamente nada en contra de las mujeres, pero, como en el caso del niño, debo tener en cuenta las connotaciones prácticas, y si consideran la posibilidad de la agresión machista es posible que las investigaciones vayan en la dirección buena para mí, es decir, buscando a su novio, amante, marido o ex despechado. Y eso es un punto a mi favor. Decidido:
Segunda premisa: Que sea una chica joven (preferiblemente) o un hombre. Y que en ningún caso sean corpulentos o pesados.
QUERIDO DIARIO, Capítulo 3.
22/04/2016Querido Diario:
Ha pasado un mes y sigo dándole vueltas a mi pequeño experimento, lo cierto es que ya lo he puesto
en marcha y no he parado de hacer gestiones para que todo salga bien. A mi mujer le he dicho que tengo mucho trabajo y que estoy yendo más lejos que nunca a trabajar, por lo que sólo estoy durmiendo en casa los fines de semana. Echo de menos llegar a casa y charlar con mis hijos antes de que se acuesten, o darles el beso de buenas noches. Y por supuesto echo en falta dormir con mi mujer, pero si quiero sacarme esto de la cabeza debo ser meticuloso y no cometer errores.
Después de tener claro el perfil de mi víctima, tuve que decidir cómo lo haría, como la mataría. Pensé en ser como el asesino de la novela de Stephen King que mataba con pequeños empujones: un empujoncito aquí y este ladrillo mata a un hombre, un empujoncito allá y un crío es atropellado por un autobús... pero si voy a matar a alguien quiero ser plenamente consciente de mi acto, sino apenas saciaría mi curiosidad, lo que podría convertirse en un deseo de repetir. Algo que no quiero que ocurra de ninguna manera. Pensé en matar con mis propias manos. Sin duda sería el método más interactivo, más real. Pero llegué a la conclusión de que asfixiar a alguien no debe ser tan sencillo como sale en las películas, y además, aunque usaré guantes, no quisiera dejar ningún tipo de señal de la que pudieran extraer el tamaño de mis manos, alguna huella dactilar en la piel o si soy diestro o zurdo. De este modo he llegado a la conclusión de que mataré con un cuchillo, que ya he comprado para la ocasión, uno de unos veinte centímetros con mango de madera, que clavaré directamente en el corazón. Espero que la víctima no sufra más de la cuenta. No soy un psicópata sanguinario.
He dudado mucho dónde hacer la tropelía. Hacerlo sobre la marcha en la calle o en un camino apartado queda descartado. Demasiadas variables que se escapan a mi control. Tenía casi decidido alquilar un trastero de esos que salen en los programas americanos. Pero cuanto más lo pensaba más dificultades le encontraba: ¿qué hago con las cámaras? ¿tendrá vigilante? ¿se podrá venir de noche? el caso es que no me terminaba de convencer, de nuevo había demasiadas variables fuera de mi control.
Visto lo visto, al final la solución se queda en casa. Nunca mejor dicho. Hace poco alquilamos una parcela a muy buen precio. Tiene tan buen precio porque necesita muchos arreglos, claro, y como la queremos principalmente para pasar el verano y algunos fines de semana, hemos ido haciéndole mejoras muy de tarde en tarde. La parcela, de 2600 metros, tiene dos casitas separadas entre sí por unos 15 metros, ambas son muy pequeñas y de dos plantas. Pero lo interesante aquí es que sólo hay vecinos colindando con la parte trasera de la parcela, y la distancia que hay entre lo que es mi vivienda de la vivienda del vecino es de cientos de metros, lo que me da algo de intimidad, aunque no preveo que mi víctima pueda gritar. Lo mejor es que la entrada a la parcela es por un sitio alejado de las miradas de los posibles curiosos, por no hablar de que es un sitio principalmente veraniego, lo que hace que en la actualidad esté prácticamente desierto. En una de las casas hay un dormitorio ya arreglado y preparado para mi mujer y para mí. Pero aún quedan dos habitaciones vacías que pueden servir perfectamente a mi propósito. De hecho, si algo nos ha enseñado Dexter es que es ideal plastificar cualquier rincón de la habitación para evitar que quede el menor rastro orgánico o inorgánico en la sala, y es mucho más sencillo plastificar una habitación si no tiene ningún mueble. Por cierto, que el rollo de plástico ya está allí, preparado para la ocasión. Lo compré en una tienda de bricolaje el mismo día que compré un impermeable de mi talla y de cuerpo completo para cubrir mis ropajes. Cualquier cuidado es poco para un asunto tan delicado. Es más, ambas cosas las compré en tiendas diferentes y siempre pagando en efectivo. Y lo más importante, en el mercado de segunda mano y haciendo siempre uso de nombre falso y pagando en efectivo, he comprado un horno crematorio a una antigua clínica veterinaria que había tenido que cerrar, y un cremulador para terminar de deshacer los restos de los huesos. Ambos aparatos son eléctricos, y para que no haya una alarma en la compañía eléctrica que acabara con mis huesos en la cárcel, he comprado un generador externo que funciona con gasoil, con un depósito de mil litros que ya he llenado y probado.
Por último, y en un exceso de celo, he pensado que voy a usar un coche de alquiler. Por motivos laborales de vez en cuando alquilo diferentes coches para los viajes más largos. Así que no resultará nada raro que alquile esta vez uno con un maletero algo más espacioso. Maletero que también prepararé con plásticos para evitar en la medida de lo posible que quede algún tipo de fibra.
En conclusión: Dispongo de vehículo, arma homicida, utensilios para la correcta protección del entorno, máquinas para hacer desparecer el cuerpo y el lugar para realizarlo.. Me falta la víctima y el momento.
Continuará mañana! (clik aquí para la segunda parte)
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