"Tener una vida" y muchas cosas más * Una Entrevista al escritor Daniel Jándula
Dando vueltas por la vida nos encontramos con un título que nos hizo apuntar la mirada hacia un lugar feroz, hacia una duda metafísica que varios deseamos zanjar; una historia emocional más que certera: "Tener una vida".
De inmediato comenzamos a husmear por el universo y llegamos a saber que era una novela del escritor español Daniel Jándula. Lo buscamos y, con mucha buena onda, se ha prestado a conversar con nosotros acerca de este nuevo trabajo, su visión como escritor y como ser humano: ambas van unidas de una manera indispensable, claro, y hacen que esta entrevista sea profunda y entretenida.
Al hacer un recorrido por su trabajo, pudimos sopesar con mucho alivio que la narrativa ácida, inteligente y profunda goza de buena salud. Sus cuentos, por ejemplo, varían entre esenciales historias en tiempo real que confunden y divierten, que te tienen pendiente de qué demonios va a pasar. Y otros te llenan de una melancolía que se abraza con una declaración de intenciones que no se llena de artificios vanos ni golpes en el pecho: apenas los suelta para que te asomes a tu propio Ser y puedas sacar un buen balance de lo que estamos viviendo. Pero todo esto con una escritura llena de emociones y completa, sin afectaciones modernosas ni aspavientos de quien está resignado a dejar de preguntar al mundo cosas esenciales en la búsqueda de una vida.
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Maculat —Comencemos hablando un poco de tu último trabajo, “Tener una vida”. Cuéntanos un poco qué encontraremos en él y tu motivación para escribirlo.
Daniel Jándula —Me gusta definir mi novela como una historia de ciencia ficción intimista. Tiene gran cantidad de efectos especiales, pero los más complejos (y creo que conseguidos) son los personajes.
El libro parte de una pregunta que durante mucho tiempo se convirtió en recurrente, especialmente durante una época de depresión que pasé hace algunos años: ¿Qué pasaría si desapareciera? Es decir, si me evaporase ahora mismo, y pudiera observar cómo continúa la vida, ¿hasta qué punto sería distinta de lo que es ahora?
Maculat —¿Qué cambio experimentaste como escritor entre “El reo” (2009) y “Tener una vida” (2017)?
Daniel Jándula —Como escritor, no lo tengo muy claro. Imagino que el cambio principal es que soy mucho más consciente de mis intereses, y por supuesto de mis limitaciones. Además, se me presupone una mayor madurez, y hay una evidente mejora técnica, en parte porque he logrado educar mi capacidad de concentración lo suficiente como para llevar lo empezado hasta su conclusión. Lo que sí he aprendido, ya como individuo, es a dudar.
Maculat —Algunos comentarios hablan de cierta dulce melancolía, relacionada con la posición del personaje al darse cuenta de que la vida es “irresoluble”…
Daniel Jándula —Para mí la melancolía no es dulce; yo diría que tiene el sabor amargo del cacao puro.
En cuanto al personaje, no creo (esto sólo es mi opinión) que considere la vida irresoluble, sino que debe aprender a vivir como si no hubiera un final. Algo que comparto: creo que debemos encontrar el modo de vivir sin un sentido del final, darnos cuenta de que esforzarnos por hacernos dueños de nuestra vida es el modo más seguro de meter la pata.
Maculat —¿Cómo ha sido el proceso creativo de una narrativa “disociada” del estilo al que estamos acostumbrados?
Daniel Jándula —Muy pesado, habida cuenta de que tenía que crear a un personaje (el narrador), luego robarle el alma, y pasar después ese alma al lenguaje, al símbolo del agujero, a las diferentes situaciones y personajes secundarios…
Cada cierto tiempo, desde que redacté el primer borrador (que trabajé como hago normalmente, planificando todo hasta el absurdo y luego desechando la planificación antes de ponerme a escribir), iba contando la historia desde el principio, luego la despojaba de todo lo que pensaba que sobraba, me olvidaba del resto, abandonaba el libro, y meses más tarde volvía a empezar… Fueron siete versiones diferentes, aproximadamente una cada ocho o nueve meses, de la misma historia (con la excepción de la última versión, que es la única que contiene el agujero). No creo que pueda escribir de nuevo un libro siguiendo este procedimiento. Siempre digo que le di demasiadas vueltas.
Maculat —Tus cuentos tienen ese aire de desencanto, como de aferrarse a la cordura del que no quiere volverse loco. ¿Somos una generación atrapada entre dos fuegos a la hora de ir a buscar la felicidad? Porque la que viene detrás es la que está esperando a que hagan alguna aplicación para descargarla... creo.
Daniel Jándula —Me cuesta ver la felicidad como un fin en sí mismo. Para mí, la felicidad siempre ha sido algo que me ha llegado, y tampoco creo que en esta vida sea posible la felicidad absoluta. En cuanto a nuestra generación, es cierto que se busca la felicidad de un modo muy simple, pero a la vez es un concepto que se ha diluido, que ha quedado para la publicidad. Al final, ¿qué significa la felicidad? No es algo que nos cuestionamos. Todos creemos saber cómo es.
Maculat —He leído los relatos que hay en tu web. Me he divertido mucho con “Los turistas”, mientras que “Islandia” me dejó cierta amargura al acabarlo, ¿cómo ha sido su proceso de creación de las ideas?
Daniel Jándula —Creo que cuando trabajas con una idea, con el tiempo vas descubriendo el proceso
de creación particular que acompaña a cada una. “Los turistas” fue una anécdota que estaba en las primeras versiones de “Tener una vida”, y por alguna razón vi que no pegaba con el tono del libro, aunque me resistía a que desapareciera. Así que le di forma de relato.
de creación particular que acompaña a cada una. “Los turistas” fue una anécdota que estaba en las primeras versiones de “Tener una vida”, y por alguna razón vi que no pegaba con el tono del libro, aunque me resistía a que desapareciera. Así que le di forma de relato.
En cuanto a “Islandia”, primero escribí la historia de la época actual, luego la introducción, y por último el párrafo en el que se describe su visita a la biblioteca, que es como una especie de paraíso perdido; supongo que la mezcla de los distintos estados de ánimo que tenía en cada “fragmento” resultó en esa amargura que comentas.
Maculat —En una entrevista has comentado a Beckett como referencia; en el relato “El visitante” me pareció presentir un poco ese alivio al no sentirte tan solo a nivel existencial. ¿Puede ser?
Daniel Jándula —Por supuesto. De Beckett me gusta esa conciencia que tienen sus personajes de haberse visto superados por las circunstancias. No se han resignado, no son derrotistas… es que piensan que fracasar no es tan malo después de todo. Y yo me identifico mucho con esa idea. No creo que seamos seres solitarios… pero es cierto que cada vez más nos cuesta conectar entre nosotros, cada vez nos resulta más difícil entender al otro. Aunque confieso que me gusta mi soledad existencial. Es como lo del tercer astronauta del Apolo 11, Michael Collins: la prensa lo describió como “el ser humano más solitario”, porque no acompañó a Armstrong y a Aldrin al descenso sobre la Luna (y por tanto estuvo dando vueltas en el módulo de mando); me encantó cuando le preguntaron por ello, y dijo que no estaba en absoluto de acuerdo, que él no se sintió a solas en ningún momento. Sin haber estado en el espacio, entiendo a qué se refería.
Maculat —¿En qué estás trabajando actualmente? ¿Te planteas escribir poesía?
Daniel Jándula —Creo que la poesía no es lo mío, aunque hago mis experimentos, pero para mí, como afición… la poesía requiere de una sensibilidad que no tengo. En cuanto a lo próximo, suelo tener varias cosas empezadas al mismo tiempo, y voy dando saltos de una a otra… la que aguanta más tiempo es la que acaba convirtiéndose en libro.
Maculat —Por último, ¿qué le recomendarías a los escritores que están comenzando su andadura por este camino de la literatura?
Daniel Jándula —Que escriban y punto. Es lo único que me atrevo a decirles. Parafraseando a Pina Bausch: “Dejad de escribir, y estaréis perdidos”.
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