Kill Da Cane, un viaje por el rock sevillano, y de los condenados a ser Libres.
Llevo muchos años en Sevilla... y más
he vivido en Baires... pero algunas cosas no tienen que ver con
densidad poblacional, algunas cosas no tienen que ver con poder
hacerlas, simplemente con QUERER hacerlas... Tal vez por eso me fijé
en determinadas personas, y las he acompañado, y he pasado horas con
ellos y he podido transmitir un poco de lo que piensan, sienten,
hacen... Pero hubo un grupo en particular que me rompía los huevos
que estuvieran ahí, haciendo miles de otros proyectos, y, entre esas
miles de cosas, algo más, como si fuera un juego... pero no.
Escribo acerca de Kill Da Cane... una
banda que reúne a personajes del rock duro de la ciudad de Sevilla.
Tipos que, ademas de sus bandas, decidieron hacer algo que fuera
ajeno a cualquier emplazamiento comercial, como si supieran desde el
vamos que no les importaba, porque al fin y al cabo el triunfo es
algo que no está marcado...
No hay una fecha clara del nacimiento
de la banda, y hablando con ellos, todos, por separado, me dirán lo
mismo “nos juntamos para hacer algo entre colegas y
divertirnos”... Los voy a nombrar por única vez porque no
importa el prontuario tanto como lo que hacen:
Voces: Tridi Puñema Coraje + Tony
Mortes
Guitarras: Jesús Chávez + Fran Wilbury
Bajos: Manuel Chávez + JL Postigo
Batería: Vikingo
No les voy a contar de dónde viene
cada uno porque es como un insulto; de ahora en más tenés que poner
su nombre en yahoo y vas a ver que no son niños, ni nunca lo han
sido... el tema es la cara de inocentes que ponen cuando tocan,
cuando hablan de esta banda... el tema, como siempre, es decir que la
ciudad duerme cuando ellos no.
El sonido, ahí está el tema, cuando
hablás con cada uno por separado no te responden en serio, ni en
broma, evaden, se remiten a lo mismo... parecen profesionales en los
ensayos, hasta que llega la hora del “cumplimiento feliz” y se
distienden... mientras tanto, entre broma y broma para cuando se haga
público el sonido, son afinados, acordes y serios... el problema es
ese, ¿viste? A nivel futbolero es como estar en un equipo donde
todos son “el número 5” y se miran, se ponen de
acuerdo, no discuten, no se pelean, un gesto es suficiente para que
sepan lo que quiere el otro...
Es llamativo el orden natural de una de
las guitarras, que suena más “70´s” stonner, Motorhead ó
Hendrix, que la de la otra punta, que es más “60´´s” rolling,
Berry, Cash... Es ver la memoria de personas que, creo, en las últimas
décadas (como diría Bukowski) “han pasado más tiempo tocando
(bebiendo) que vos durmiendo”.
Entonces los “solos” de guitarra
van en diferente tono, pero en otra sintonía... Te pasean por tantas
épocas, por tantos ritmos... Los que sabemos poco de música
comenzamos pensando en Chicago, Los Angeles, Detroit... Y luego nos
damos cuenta que estamos a 15 minutos de la Alameda... Los “solos”
de guitarra que se cruzan por sonar más alto o más entonados,
desaparecen según la canción, y según el tempo. O según el calor
y la hora que dice una guitarra de los cincuenta negra y con ribetes
de ser rockera para el que marca el ritmo del kronos, o ese sonido de púa que sabe ser tocada por aquel que quiere sonar de ese modo... Para el que
sube de escala sintiendo que su sitio está ennegrecido por un par de
sonidos no tan ajados. Como si fuera un negro que pule las aristas de las sombras que yacen en el Blues... O una guitarra marrón, con el mástil
un poco más exangüe para que las manos se muevan con más docilidad
ya que a veces, también, toca teclas... y se pule unos punteos que
te recuerdan a esos discos de primera hora de Lemmy, o de Page... el
tema es que suenen a que estuvieron buscando el fin de sus tripas en
las almas de alguna mujer...
Ahí llega mi mayor problema para
contar qué hacen 2 bajos en una banda de rock crudo y clásico. En
Baires estuvo el show de “2 saxos 2” de Sidotti+Crook... Y los
que no eran músicos, la verdad, no lo cazamos... Pero acá hay dos
bajos (bassplayers) que, a veces, parecen ir más pendientes
de un ritmo que de una base... puedo contarte que uno lleva el primer
sonido que te llega al latido, limpio, sin otra cosa que ratificar
más que el fraseo del cantante... luego hay otro que lo “ensucia”
un poco, lo hace más perro todavía, no deja lugar a silencio hasta
que acompaña la triada que los hace sonar más fuerte...Claro, si no
estás pendiente, de pronto tenés la batería encima, con un bajo
apoyando y otro latiendo, pero si hay uno de estos frikis con 27
bajos en casa es para embriagarte sin que vos te preocupes de eso,
¿verdad?. La metáfora con una orquesta es la ideal... ¿Si ves 3
violines sonando, y comparten ritmo entre 2, cuál te llega al oído,
cuál al corazón, cuál alma? Estuve horas buscando esta analogía...
y me sigue pareciendo pobre...
Y la batería... no lo sé... Llevo
viendo conciertos desde el año 1987... he visto bandas con miles de
fanáticos tirados al suelo por una puta baqueta... Y lo comento
porque me he encontrado con equipos
que ocupaban más de 3 metros
para tocar, por ejemplo y sin desmerecer a nadie, en un acústico de
Sabina... Pero en este grupo, cuando me encerré con ellos en
2metrosX2metros, en el suelo, como testigo de trabajo y de cierta
ironía, vi una baqueta mellada... Y no la robé por miedo a
represalias del propietario... uno de los vocalistas de la banda más
únder de Andalucía y con una historia que voy construyendo noche a
noche con quienes lo conocen y me pregunto cuánto aporta al sonido,
a la creación, al estilo... Entonces se revela algo que he visto
pocas veces y, quisiera, me lo dejen pasar... Un par de noches
después de estar encerrado con la banda, con Melchor en la batería
porque en esa misma fecha tocaba Narco y era mucha pajarraca (o como
dijeron luego, estaría el doble de ciego por empezar tan pronto el
titular) hubo un baterista suplente —profesional, con sus platos
hechos a medida, y mejor persona—, encajado en un instrumento sin
parafernalias, un redoble, el bombo, un par de platillos y al carajo
lo demás... Simple, sin secuencias ni estridencias boludas... Pero
esa misma noche, el Vikingo estuvo presente en el show... siguiendo
con los pies, la cabeza y la mirada hacia un sitio donde debía
estar, orgulloso de ser parte de “eso”... Y allí pude sentir lo
que es Kill Da Cane... Rock, con cierta saturación, sin instrumentos
veleidosos ni cierta postura de rockstar... qué va... simples
colegas... que se divierten haciendo bien lo que les sale bien.
Entonces llega la doble cornamenta de
la voz... las voces... pero eso es, ya, en pleno concierto...
Repito, me encerré en pleno junio con
7 músicos en una sala de ensayo, porque siempre es mejor oírlos en
casa... y me llama, aunque sea muy puta, la ironía de sentir a la
banda sin gente, y en un cuarto, a verla en directo, con casi 300
personas, al aire libre... porque ahí es donde hay un cambio... Y
mientras no sé quién se cambia la chaqueta tres veces y se retuerce
en el suelo para jugar a Led Kravitz, uno de estos sube a escena una
bolsa con 4 latas de birra, otro sale con su gorra “unlimited”
de Narco y un litro de JB... Sin más que las ganas de interpretar
música, no un personaje... Y como si nada, luego, se comen la
escena, y te requisan toda esperanza de poder dejar de lado, durante
una semana, el regusto a pimiento que, sin asco y sin ningún tipo de
seguridad, se ponen a tirar a la gente... La calidad no baja, porque
llega la hora de brindar acerca de los que se han ido... Hay
melancolía, ritmo, onda e invocación a espíritus menos complejos
de otros años, cuando nos robamos un disco de “litelrichard”
para intentar aprender a sonar como él... Eso es la voz de esta
banda... Son actores que juegan a contarte su gran “ragnarock” de
martes en el Matakas
Kill Da Cane es para que todos tengan
su momento de “destroyer”. Pero hay horas de trabajo, de cuidar
un sonido, algo que te pega en el pecho... te hace recordar que a
veces una banda de rock, simple y lisa, no necesita mucho artilugio,
más que el transmitir la inconformidad, disfrazada, sí, de coña...
Me encerré con ellos un martes, oyendo
el set... salí contento y con ciertas dudas de ver cómo lo hacían
a campo abierto... Me los encontré el viernes, a la madrugada,
currando en las calles como proxenetas de los desangelados que no
tenemos dónde carajos ir... bebimos, hablamos... Los vi subirse en
el Caravan y reírse con la gente... Yo estuve resacoso, porque no
puedo seguirles el ritmo... y ahí es cuando me alegré de ver que el
rock sigue siendo cosa de amigos... que no todo es un billete, salvo
que lo enrolles...
Kill Da Cane... es como esos pelotones
de fusilamiento donde algunos disparan con salva para no saber quién
ha matado, porque da lo mismo, estos cabrones, como sea, tiran a
matar... Ponete un pimiento ahora, con “Pussy Warrior” de fondo y
después salí a la calle con unas gafas que no reflejen lo que todos
llevamos dentro: Un espíritu de hacer y ser, no de querer y
pertenecer...
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Fotos gracias a Delma Domingo
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