Luz, luces, sombras y líneas débiles que dicen fuerte...
Todo cambia... incluso lo muerto
lo añorado, que es lo no resucitado
en un baúl de palabras mal empeñadas
que me arrepiento de haber terminado
Aunque siga bebiendo para callar
las voces lejanas que se interrumpen
enfermas
y se entrecortan con esputos de cáncer
me veo al espejo y soy no-oscuro
pero sombrío
entre tickets de mercados y poemas
no narrados
no soy el antiguo perseguidor de derrotas
y pasillos que se caen de una lágrima
no soy el antiguo hombre que pugnaba
entre abismos de cocaína y Andrés Rivera
para descansar un rato de tanto dolor
soy el mismo hombre que ha
luchado en un túnel,
con anacronismos de enfermedades
mal terminadas
lamento cada día no haber tenido
entre mis manos
la agonía eterna a la que han sido
encadenados
los que no quisieron creer
que todo cambiaría
el silencio se envuelve entre las hojas
que no describen ni de cerca
la dolorosa entrada en vena
del mortuorio bagaje que me han heredado
y sigo leyendo a Alberti
en los ojos de algún hombre viejo
que no desafina cuando canta
ni tiembla cuando recita
y levanto otra vez un vaso
para sentenciar que la muerte no la sufro
pero la ausencia me extermina
la añoranza de ese cálido abrazo
me crucifica
lo añorado, que es lo no resucitado
en un baúl de palabras mal empeñadas
que me arrepiento de haber terminado
Aunque siga bebiendo para callar
las voces lejanas que se interrumpen
enfermas
y se entrecortan con esputos de cáncer
me veo al espejo y soy no-oscuro
pero sombrío
entre tickets de mercados y poemas
no narrados
no soy el antiguo perseguidor de derrotas
y pasillos que se caen de una lágrima
no soy el antiguo hombre que pugnaba
entre abismos de cocaína y Andrés Rivera
para descansar un rato de tanto dolor
soy el mismo hombre que ha
luchado en un túnel,
con anacronismos de enfermedades
mal terminadas
lamento cada día no haber tenido
entre mis manos
la agonía eterna a la que han sido
encadenados
los que no quisieron creer
que todo cambiaría
el silencio se envuelve entre las hojas
que no describen ni de cerca
la dolorosa entrada en vena
del mortuorio bagaje que me han heredado
y sigo leyendo a Alberti
en los ojos de algún hombre viejo
que no desafina cuando canta
ni tiembla cuando recita
y levanto otra vez un vaso
para sentenciar que la muerte no la sufro
pero la ausencia me extermina
la añoranza de ese cálido abrazo
me crucifica
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