Dolores Inconexos
Y ahora que los ecos se enhebran en mis ojos, como clavos de un ataúd de pino macizo, macilento y frío, entiendo que mi historia la vengo construyendo con “nunca”, sabiendo que los “siempre” son fundamento de futuros recuerdos que suelen no ocurrir.
Tal vez las copas que he bebido de más en estos años no fueron tan brillantes como esas luces de neón. Luces que estallaron en la madrugada, llenando de oscuridad la calle. Y quise que cada una de esas piedras que cortaron el aire negro para vengarte de mí, pudieran hacer algún ruido que te sacara esa mirada triste,
dolida.
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