"Hoy en día estoy prefiriendo no usar la energía en poner linda la tristeza" * Una charla con Muhammad Habbibi Guerra
En aquellos años se lo conocía como "El Rodra Guerra", el pibe ese que tocaba el contrabajo y otros tantos artilugios en Pequeña Orquesta Reincidentes. Tenía el pelo un poco rebelde y la mirada, siempre, como buscando algo en el destino, en el más allá. Cada concierto de esta banda tenía un breve set en particular para sus componentes, cada uno, como ya hemos hablado en otras entrevistas, llenaba la sala con alguna (¿tal vez?) poco sutil herramienta... Promediando el concierto, en algún momento, se apagaban las luces y quedaba solo, frente al público, frente a sus
fantasmas, MUHAMMAD HABBIBI GUERRA, y comenzaba a sonar la maravillosa canción titulada "CRACK"... Todos agonizábamos un poco... de modo lacio y discontinuo. Todos nos maravillábamos escudriñando esas frases terribles como "Y en mis sueños te veo cabeceando el techo de tu nueva casa". Todos suspirábamos e intentábamos recomponernos para seguir adelante con la banda que se convertía en inefable final de nuestra juventud de aquel entonces.
Como somos poco profesionales, hemos sido despistados por el tiempo, ya hace meses que teníamos esta entrevista guardada y por errores colosales del editor, y crueldades de la vida, ha sido publicada recién hoy. Pedimos mil disculpas a MUHAMMAD HABBIBI GUERRA por la demora inexcusable de Maculaturas al traspapelar un correo electrónico... Y más todavía le pedimos perdón a los seguidores de esta mítica banda por demorar en hacerles llegar datos acerca de la actualidad de quien ha sido y es un músico imbuido en caminos apasionantes y llenos de complejísima calidad. Sin más les dejamos esta entrevista llena de metáforas y metafísica hechas por una persona que hoy parece tener la mirada más llena de su propio destino.
Maculat —¿A qué te dedicás hoy en día? Imagino que trabajar con Melingo debe ser una montaña rusa de experiencias constante, ¿Verdad?
Muhammad Habbibi Guerra —Sigo haciendo lo de siempre, el oficio de músico en sus diferentes facetas, tocar, producir, enseñar, que nunca están separadas sino que se mezclan todo el tiempo. Estoy involucrado en varios proyectos. Además de trabajar con el Maestro Melingo, estoy colaborando con Paloma del Cerro. También estoy dando forma a un proyecto personal junto a David Fernandez y mi esposa Julieta Brotsky, e integro la Little Dervish Orchestra del Sheik Burhannudin Herrmann, hicimos un álbum recientemente. El trabajo con Melingo es un capítulo especial ya que es el proyecto que más dedicación me insume y tiene una trascendencia importantísima para mí tanto personal como profesional. Y sí, es una montaña rusa, pero cuando uno pasa diez años en una montaña rusa aprende a relajarse y hasta disfruta de los paisajes.
Maculat —Cómo es tu formación musical, pero no académica únicamente, me refiero a un tipo que toca el contrabajo en un grupo de rock, el banjo con arco, y la innovación tan particular de tu concepto musical que se te ha “escuchado” en diferentes presentaciones que has hecho.
M.H.G. —He tenido maestros y colegas que me han mostrado qué hacer y cómo, y lo que soy hoy es el resultado de mi obediencia y mi desobediencia. La música está conformada por el cumplimiento de leyes perfectas, como uno es imperfecto en el cumplimiento de las mismas, eso genera lo que llamamos estilo, yo lo llamo folclore personal. A temprana edad me di cuenta de que era muy disperso, tenía dificultad para concentrarme. Tuve que utilizar la dispersión como sistema para poder salir adelante. Por ejemplo: si tenía que estudiar para el colegio me ponía a tocar la guitarra, si tenía que estudiar guitarra me ponía a improvisar. Esta cosa de saltar de una pantalla a la otra me fue llevando a ser multi-instrumentista, lo cual es muy vistoso pero en sí mismo puede resultar poco efectivo. Es decir, alguien que sólo toca un instrumento sería como un cuchillo, el multi-instrumentista sería como una navaja suiza, tiene cuchillo, tijera, destornillador, pero todo medio berreta. El siguiente nivel fue encontrar un punto más abstracto de la música, fuera del instrumento. Algo más universal y primario a la vez, más cerca de la fuente si se quiere, que te lleva a imaginar el fenómeno más globalmente, es más fácil producir, componer y arreglar teniendo algo de experiencia en las distintas familias de instrumentos. La innovación yo la entiendo como vender fruta fresca. No inventamos frutas. Los gatos revuelven un poco el agua antes de tomarla, los jarabes se agitan antes de usar, cuando el oyente percibe la música como algo nuevo es que hemos logrado entregarle un producto fresco, el mismo de siempre pero en su momento justo. Cada vez que se te ocurre algo nuevo vienen los ancianos a contarte que ya lo han visto. El agua es siempre la misma, pero podés encontrarla fresca o estancada.
Maculat —Tus presentaciones en El Cotorro, Noches de Cabaret, han dejado una huella muy folclórica, sobre todo las versiones que hiciste de Víntrob, y la de What a wonderful world, ¿cómo es tu relación con ese estilo de creación musical?
M.H.G. —En los últimos tiempos me fui moviendo en formas musicales más abstractas y en ciclos más largos. En varias horas de música muchos procesos largos, 20 minutos, una hora. Hay situaciones, por ejemplo en la música de India, en las que luego de casi dos horas del sitar tocando sólo, súbitamente y cuando uno ya no lo esperaba, entra el tabla. Las canciones tienen una medida accesible. Nuestra mente puede medirla previamente, si fuera algo sólido sería como tenerlo en la palma de la mano, mirar el objeto de frente, de costado. Pero cuando la medida de un ciclo musical se extiende lo suficiente, hay posibilidad de que la mente abandone el intento de medir y se relacione con el devenir musical en un sentido más fluido. Nuestro sistema nos defiende del stress de no poder medir. Entonces en medio de esos procesos musicales más extendidos la corriente del río hace una laguna, una parada a descansar, un espacio familiar aunque no se conozca el tema. En el devenir cotidiano de pronto la tribu se detiene y se cuentan historias frente al fuego. Las canciones son un patrimonio, un catálogo de tecnologías de autoconocimiento. Muchas canciones uno las sabe aunque nunca las haya tocado, son obras atesoradas. Prefiero la situación en que el momento determina cuando se canta y qué canción. El material De Vintrob es rico en secretos del corazón. y What a Wonderful es una misericordia.
Maculat —Hablando de Vintrob, casualmente, estás produciendo su próximo trabajo, años después tu conexión con él parece seguir creciendo y generando algo metafísico, o de metasonido. Él se ha referido a vos como “su hermano”.
M.H.G. —Y sí, somos hermanos. Básicamente nos conocemos de hace mucho y nos gusta interactuar. Así que siempre habrá en el camino más de una cosa que nos vaya encontrando. Yo tengo siempre su obra muy presente.
Maculat —Un par de preguntas acerca de Pequeña Orquesta: ¿Qué sentís al haber formado parte de un proyecto que, al día de hoy, sigue haciendo a la gente extrañar de una manera brutal vuestra música?
M.H.G. —Gratitud. Fue ir al taller durante 7 años. Ser admitido en un taller en el que yo sabía que seguramente me gustaría trabajar. Y así fue, fue una alta escuela de experimentación, y un encuentro humano muy fuerte. Nuestra música anda por ahí grabada. Más bien lo que creo que algunos extrañan es esa usina funcionando y abriendo su proceso, ser testigos de la cosa generada en el momento.
Maculat —Preguntas muy personales: De dónde me llamás, Crack... son canciones que tengo grabadas a fuego en el alma, hablame un poco de ellas.
M.H.G. —No sabría qué decirte. Me parecen divagues acerca de la muerte recurriendo a figuras bastante ingeniosas, pero hoy en día estoy prefiriendo no poner energía en poner linda la tristeza.
Maculat — Y a nivel compositivo, meter un serrucho... cómo nace. Recuerdo verte luchando primero, para luego llevarlo a tu terreno y sacar esos sonidos tan profundos.
M.H.G. —Eso es mérito del Maestro Pedroncini. Él me regaló el primer serrucho y me explicó cómo funcionaba. Es un recurso tan viejo como el serrucho mismo. Entonces me puse y claro, como es una curiosidad, empezó a haber una demanda ridícula de serrucho. Quedaron por ahí unos cuantos discos con serrucho en esos tiempos. El serrucho me llevó a situaciones a las que no hubiera accedido con mis instrumentos normales.
Maculat —Me gustaría preguntarte acerca de tu visión, hoy, del mundo. Asumo que algo en estos años ha cambiado en vos, en tu forma de conectar con el entorno. Te veo más espiritual, digamos.
M.H.G. —Digamos que el camino que me ha encontrado recomienda estar en este mundo de paso, como un viajero, agradeciendo por todo lo que se recibe y dejando lo que se puede.
Maculat —Última pregunta, qué te ha parecido el documental ¿Qué sois ahora? El que intenta contar la historia de PQR
M.H.G. —Me gusta mucho como muestra el material y cuenta la historia. Lo vi varias veces y es muy disfrutable. En nuestro tiempo no había estallado el tema redes y no había la disponibilidad de material que hay hoy. Mucho material que aparece en el documental no lo había visto antes. Nuestras intervenciones son curiosas, estaba todo tan fresco e ese momento que queda flotando un algo de autopsia. En suma es algo hecho con el corazón y estoy muy agradecido con Gustavo Y Mariano.
Las fotos han sido tomadas en el concierto de Daniel Melingo en Opéra de Lyon - cycle Opéra Underground el 18.10.2018
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Como somos poco profesionales, hemos sido despistados por el tiempo, ya hace meses que teníamos esta entrevista guardada y por errores colosales del editor, y crueldades de la vida, ha sido publicada recién hoy. Pedimos mil disculpas a MUHAMMAD HABBIBI GUERRA por la demora inexcusable de Maculaturas al traspapelar un correo electrónico... Y más todavía le pedimos perdón a los seguidores de esta mítica banda por demorar en hacerles llegar datos acerca de la actualidad de quien ha sido y es un músico imbuido en caminos apasionantes y llenos de complejísima calidad. Sin más les dejamos esta entrevista llena de metáforas y metafísica hechas por una persona que hoy parece tener la mirada más llena de su propio destino.
Maculat —¿A qué te dedicás hoy en día? Imagino que trabajar con Melingo debe ser una montaña rusa de experiencias constante, ¿Verdad?
Muhammad Habbibi Guerra —Sigo haciendo lo de siempre, el oficio de músico en sus diferentes facetas, tocar, producir, enseñar, que nunca están separadas sino que se mezclan todo el tiempo. Estoy involucrado en varios proyectos. Además de trabajar con el Maestro Melingo, estoy colaborando con Paloma del Cerro. También estoy dando forma a un proyecto personal junto a David Fernandez y mi esposa Julieta Brotsky, e integro la Little Dervish Orchestra del Sheik Burhannudin Herrmann, hicimos un álbum recientemente. El trabajo con Melingo es un capítulo especial ya que es el proyecto que más dedicación me insume y tiene una trascendencia importantísima para mí tanto personal como profesional. Y sí, es una montaña rusa, pero cuando uno pasa diez años en una montaña rusa aprende a relajarse y hasta disfruta de los paisajes.
Maculat —Cómo es tu formación musical, pero no académica únicamente, me refiero a un tipo que toca el contrabajo en un grupo de rock, el banjo con arco, y la innovación tan particular de tu concepto musical que se te ha “escuchado” en diferentes presentaciones que has hecho.
M.H.G. —He tenido maestros y colegas que me han mostrado qué hacer y cómo, y lo que soy hoy es el resultado de mi obediencia y mi desobediencia. La música está conformada por el cumplimiento de leyes perfectas, como uno es imperfecto en el cumplimiento de las mismas, eso genera lo que llamamos estilo, yo lo llamo folclore personal. A temprana edad me di cuenta de que era muy disperso, tenía dificultad para concentrarme. Tuve que utilizar la dispersión como sistema para poder salir adelante. Por ejemplo: si tenía que estudiar para el colegio me ponía a tocar la guitarra, si tenía que estudiar guitarra me ponía a improvisar. Esta cosa de saltar de una pantalla a la otra me fue llevando a ser multi-instrumentista, lo cual es muy vistoso pero en sí mismo puede resultar poco efectivo. Es decir, alguien que sólo toca un instrumento sería como un cuchillo, el multi-instrumentista sería como una navaja suiza, tiene cuchillo, tijera, destornillador, pero todo medio berreta. El siguiente nivel fue encontrar un punto más abstracto de la música, fuera del instrumento. Algo más universal y primario a la vez, más cerca de la fuente si se quiere, que te lleva a imaginar el fenómeno más globalmente, es más fácil producir, componer y arreglar teniendo algo de experiencia en las distintas familias de instrumentos. La innovación yo la entiendo como vender fruta fresca. No inventamos frutas. Los gatos revuelven un poco el agua antes de tomarla, los jarabes se agitan antes de usar, cuando el oyente percibe la música como algo nuevo es que hemos logrado entregarle un producto fresco, el mismo de siempre pero en su momento justo. Cada vez que se te ocurre algo nuevo vienen los ancianos a contarte que ya lo han visto. El agua es siempre la misma, pero podés encontrarla fresca o estancada.
Maculat —Tus presentaciones en El Cotorro, Noches de Cabaret, han dejado una huella muy folclórica, sobre todo las versiones que hiciste de Víntrob, y la de What a wonderful world, ¿cómo es tu relación con ese estilo de creación musical?
M.H.G. —En los últimos tiempos me fui moviendo en formas musicales más abstractas y en ciclos más largos. En varias horas de música muchos procesos largos, 20 minutos, una hora. Hay situaciones, por ejemplo en la música de India, en las que luego de casi dos horas del sitar tocando sólo, súbitamente y cuando uno ya no lo esperaba, entra el tabla. Las canciones tienen una medida accesible. Nuestra mente puede medirla previamente, si fuera algo sólido sería como tenerlo en la palma de la mano, mirar el objeto de frente, de costado. Pero cuando la medida de un ciclo musical se extiende lo suficiente, hay posibilidad de que la mente abandone el intento de medir y se relacione con el devenir musical en un sentido más fluido. Nuestro sistema nos defiende del stress de no poder medir. Entonces en medio de esos procesos musicales más extendidos la corriente del río hace una laguna, una parada a descansar, un espacio familiar aunque no se conozca el tema. En el devenir cotidiano de pronto la tribu se detiene y se cuentan historias frente al fuego. Las canciones son un patrimonio, un catálogo de tecnologías de autoconocimiento. Muchas canciones uno las sabe aunque nunca las haya tocado, son obras atesoradas. Prefiero la situación en que el momento determina cuando se canta y qué canción. El material De Vintrob es rico en secretos del corazón. y What a Wonderful es una misericordia.
Maculat —Hablando de Vintrob, casualmente, estás produciendo su próximo trabajo, años después tu conexión con él parece seguir creciendo y generando algo metafísico, o de metasonido. Él se ha referido a vos como “su hermano”.
M.H.G. —Y sí, somos hermanos. Básicamente nos conocemos de hace mucho y nos gusta interactuar. Así que siempre habrá en el camino más de una cosa que nos vaya encontrando. Yo tengo siempre su obra muy presente.
Maculat —Un par de preguntas acerca de Pequeña Orquesta: ¿Qué sentís al haber formado parte de un proyecto que, al día de hoy, sigue haciendo a la gente extrañar de una manera brutal vuestra música?
M.H.G. —Gratitud. Fue ir al taller durante 7 años. Ser admitido en un taller en el que yo sabía que seguramente me gustaría trabajar. Y así fue, fue una alta escuela de experimentación, y un encuentro humano muy fuerte. Nuestra música anda por ahí grabada. Más bien lo que creo que algunos extrañan es esa usina funcionando y abriendo su proceso, ser testigos de la cosa generada en el momento.
Maculat —Preguntas muy personales: De dónde me llamás, Crack... son canciones que tengo grabadas a fuego en el alma, hablame un poco de ellas.
M.H.G. —No sabría qué decirte. Me parecen divagues acerca de la muerte recurriendo a figuras bastante ingeniosas, pero hoy en día estoy prefiriendo no poner energía en poner linda la tristeza.
Maculat — Y a nivel compositivo, meter un serrucho... cómo nace. Recuerdo verte luchando primero, para luego llevarlo a tu terreno y sacar esos sonidos tan profundos.
M.H.G. —Eso es mérito del Maestro Pedroncini. Él me regaló el primer serrucho y me explicó cómo funcionaba. Es un recurso tan viejo como el serrucho mismo. Entonces me puse y claro, como es una curiosidad, empezó a haber una demanda ridícula de serrucho. Quedaron por ahí unos cuantos discos con serrucho en esos tiempos. El serrucho me llevó a situaciones a las que no hubiera accedido con mis instrumentos normales.
Maculat —Me gustaría preguntarte acerca de tu visión, hoy, del mundo. Asumo que algo en estos años ha cambiado en vos, en tu forma de conectar con el entorno. Te veo más espiritual, digamos.
M.H.G. —Digamos que el camino que me ha encontrado recomienda estar en este mundo de paso, como un viajero, agradeciendo por todo lo que se recibe y dejando lo que se puede.
Maculat —Última pregunta, qué te ha parecido el documental ¿Qué sois ahora? El que intenta contar la historia de PQR
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